miércoles, 25 de febrero de 2015

Desde el otro lado en la puerta de urgencias

Cualquier parecido con la realidad...es pura coincidencia.
Alicia era enfermera y ese día tuvo que usar su cartilla treintabarra (30/ es el numero de las cartillas de la seguridad social de Murcia) y atravesar el espejo al otro lado para verse como usuaria del sistema de salud. Aburrida en la sala de espera de urgencias esperando que la llamen -aunque ha dejado claro a todos que es 'compañera' pero nadie le adelanta el turno- ve que un medico con cara de conejo blanco y vestido de elegante pijama de muñequitos (si, como el de mi gran compañero Pales) corriendo preocupado por no llegar tarde. ¡Rápido, rápido...al triaje uno, rápido, rápido...una via periferica en el Box 7, equipo de parada, necesito camas...necesito camas...llego tarde, llego tarde!!
 
Alicia decide seguirle hasta su consulta cuando se da cuenta que está en un pasillo descendente que parece no tener fin (300 m. de pasillo en mi hospital desde urgencias a farmacia).
Cuando llega al final descubre una pequeña puerta por la que no puede entrar debido a su tamaño. 
-¡Que horror! ¿Ni las camas deben entrar por las puertas?...

Esto deja de ser un problema cuando encima del Pyxis -armario de medicación para los que no lo conocéis- encuentra un pequeño frasco que le hace decrecer...agarrando al tiempo un mosqueo al olvidar en lo alto de la mesa la llave de la puerta.
Tras el disgusto Alicia lloró a moco tendido...a pique de deshidratarse y triste se fue al estar -sala o habitáculo donde el personal es capaz de engullir en las madrugadas de guardia cualquier cosa, a cualquier hora y de cualquier caducidad- alli descubre un pequeño pastel que le hace crecer de nuevo pero la reaparición de un asustado Doctor Rabbit le hace seguirle y posponer el propósito de llegar al otro lado de la puerta, donde había podido vislumbrar ... ¡¡una consulta con médico disponible!!. 
Alicia se propone devolver al medico sus guantes y su fonendo (perdidos en el camino al asustarse de la enorme altura de la usuaria-enfermera ). La enfermera se da cuenta de que frotar el fonendo es la causa de que mengue de nuevo de tamaño. Éste se ha reducido tanto que la pobre casi se ahoga en las lágrimas derramadas anteriormente. En este charco de lágrimas se da cuenta que hay más personas que lloran porque quieren ser vistas ya. 
Alicia y los demás enfermos realizan por los pasillos una carrera con sillas de ruedas para secarse y mientras tanto va conociendo las diferentes historias de otros usuarios y pacientes alli reunidos. El problema es que Alicia tiene esa ingenuidad infantil que le hace decir todo lo que piensa de las salas de espera sin pensar en las consecuencias y eso provoca algo de lío y pequeñas escaramuzas en la 'pecera' -ventanilla de cristal- donde José María administrativo y murcianista de pro atiende siendo la primera cara que ve cualquier usuario. 
Cuando Alicia empezaba a sentirse sola de verdad aparece de nuevo aquel médico, con prisa y temiendo a la furia de una tal 'supervisora'...

El medico le confunde con su enfermera y le regaña al ver que ésta no ha ido a traerle guantes y fonendo, ya que los que llevaba no sabe dónde están. Alicia corrió asustada sin pensar y llegó hasta una salita en la que ponía en bronce “Ebola”. Alicia entró deprisa y sin llamar, no la fueran a descubrir y a echar. Al entrar en la habitación, entre monos, calzas, mascarillas y guantes....se fijó en un frasco del que de nuevo pendía un cartel: Bébeme.
Al hacerlo comenzó a crecer, tanto que no pudo salir de la habitación de aislados. El medico (con cara de conejo) al ver que su enfermera tardaba tanto fue él mismo al lugar para aislados para regañarla. Al llegar se queda estupefacto al ver que salía un brazo por la ventana. Alicia escucha como el médico  llama a un tal Chiquitin (súper celador todoterreno) al que le manda que quite “eso” de allí dentro de la sala. Al final escucha como dos voces se pelean por entrar dentro de la sala para casos de Ebola, siendo el “afortunado” Chiquitin, el cual recibe una enorme patada del zueco de Alicia que le hace salir disparado de nuevo por la cristalera. 

El miedo del personal presente al ver ocupado el lugar para casos de Ebola hace que se planteen poner en marcha el 'Protocolo Ebola' poniéndose en contacto todos con el venerable equipo de Salud Laboral que lanza por la ventana una carretilla llena de pastillitas mágicas, por las que Alicia mengua de nuevo al ingerirlos. 
Cuando pudo salir por la puerta corrió hacia un tupido bosque de equipos de rayos x, ya que los de seguridad habían comenzado a perseguirle. En el bosque de rayos x, en la sala del TAC se encuentra con la necesidad de cambiar de tamaño, ya que era tan pequeña que podía ser arrollada por cualquiera. En su divagar se encuentra con un enfermero-marino de Rayos x -que no fumaba en pipa- un poco escueto en las palabras pero dialogante. Tras dos placas AP y L de tórax de las que Alicia no saca más que un disgusto, Ramón le indica la forma de aumentar de tamaño. Tras ingerir un poco de contraste 'ioersol' y guardarse un trago para prevenir desastres Alicia recobra un tamaño aceptable. 

La enfermera llega a un claro del bosquepasillo o pasillobosque fuera de los dominios de Paco en el que había un laboratorio. Del laboratorio sale corriendo una trabajadora -cualquiera de las profesionales son muy estimadas por el autor así que no les pondré nombre- y Alicia se muere de curiosidad por saber lo que pasa descubriendo que era el anuncio de la lectura pública de su analítica.
Alicia siguió caminando sin rumbo y se encontró con Joaquín -de mantenimiento- que llegaba en su bici. Éste le indicó el camino a la Farmacia, donde se celebraba un té entre amigos. Alicia se encuentra allí con Isidue, Justo, Ramón y un sombrerero barbudo (Antonio R.) almorzando a pajera abierta. 

Pronto se da cuenta de que su celebración es un poco disparatada, nunca dejan de tomar el té y se dedican a contar cuentos sin sentido sobre las propiedades del agua salina del mar. Alicia se va un poco enfadada de esta reunión, ya que, a estas alturas de la historia aun no la habían llamado por megafonía.
Tras abandonar a los amigos chiflados Alicia encuentra por fin la entrada a un servicio que había visto tras la puerta pequeña de ascensor del principio. Pronto descubre que es la UCI cuidada por algunos trabajadores con cara de naipes preocupados por su vida, ya que si el jefe no encuentra de su gusto el servicio les mandará cortar la cabeza. Vane y Meri se quedan asombradas ante la aparición de Alicia y le invitan a jugar -cuando acabe la guardia al póker-. La partida que siempre resulta ser un fracaso porque ellas deben ser las ganadoras aunque no apuesten muy bien. Que le corten la cabeza -decían cuando perdían-.
El celador Dioni interviene aquí, apareciendo sólo su cabeza. Las chicas se enfadan y mandan cortarle la cabeza, lo que suscita un gran problema ya que no se puede decapitar a una cabeza.

Cuando Alìcia es llamada a regresar es para presenciar un juicio contra la sota de corazones, acusada de no pagar el café. Alicia pronto se percata de que algunos están completamente locos y no hacen las cosas bien, como en su mundo. El juicio que presencia Alicia es de un nivel superior de majadería, ya que los jurados son totalmente inútiles, la secretaria se moría por dictar sentencia y algunos se inventaba pruebas para acusar a la sota de corazones. 
Alicia empieza a enfadarse con las autoridades y empieza a replicar (a medida que transcurre la historia Alicia se vuelve muy contestona) a las autoridades. Cuando escucha la llamada a la consulta por fin por megafonía siente como empieza a crecer de nuevo y se va incrementando su enfado...esta niña coge más rebotes que Pau Gasol en un partido.
De repente se encuentra con que le estaba tomado las constantes en el traje y la presión de tensiometro le habían despertado al hincharse en su brazo izquierdo. Alicia que tenía 39*C se apresuró a contarle su maravilloso sueño a las compañeras que allí estaban Mari Luz, María Luisa y Bego 'cielo' que estaban por allí, dando así por finalizada su maravillosa aventura y continuando despierta su periplo por urgencias...pero ya con médico asignado....si, el del pijama de muñequitos. 
Un abrazo. Dedicado a los que echo de menos...solo a los que echo de menos. 

La verdad es que he atravesado hace poco el espejo y pasé al otro lado, como Alìcia en el mundo de los sueños, al lado del punto de vista del usuario en un día de esos en los que todos corren y no quieres molestar, nadie conoce a nadie y el que te conoce no da más de sí, no hay sitio para atender y te dan ganas de huir, faltan manos para ayudar aunque estuviese allí toda la plantilla todo es un Hospital de campaña por las gripes estacionales, sufre el usuario y sufren con él: médico, enfermeria, auxiliares, celadores, administrativos, hasta el que pone la bombillas y tengo que decir que pese a la dureza contemplada estoy muy orgulloso de como día a día y en ocasiones meses seguidos, nuestros capacitados profesionales de los servicios de urgencias, de UCI, de los servicios centrales y de hospitalización como no, sacan su trabajo de forma honrada hacia adelante dando a veces el 200% o el 300% por el bienestar del usuario-paciente-cliente. 
Que suerte tener esta Sanidad Pública!!!!

9 comentarios:

  1. Espero que os guste...se que hay muchas referencias a mi trabajo anterior pero se las debo tras veinticinco añitos. Bodas de plata.

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  2. Al final seguro que le han salido estrías. Como a mi.

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    1. Tu no tienes estrías petarda...lo tuyo en todo caso cuando las tengas serán arrugas de felicidad

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  3. Me ha encantado, amigo. He disfrutado mucho.

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  4. Chulísimo! Me ha encantado!!

    Yo, que no soy muy amiga de visitar urgencias y ya llevamos cuatro o cinco desde que nació el enano...

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    1. Gracias Mónica...un verdadero honor tenerte entre mis líneas,me encanta que opines así tu que dominas el medio.

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  5. ¡Un fuerte abrazo, isidue!
    Me ha dado mucho gusto leerlo, por la imaginación, la adaptación y las referencias personalizadas.

    Sigue escribiendo, de verdad, que quede constancia de lo que expresas, porque nunca sabes quién ni cuándo lo va a leer... aunque sea con tanto retraso.
    ¿Quieres un sombrero? jejej ;)

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    1. Gracias Antonio, no solo por tus palabras, sino por lo que has aportado en el equipo que formamos en la farmacia del hospital...

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